Durante el verano, las largas horas de luz invitan a viajes, salidas, festivales y una mayor cantidad de encuentros sociales, lo que inevitablemente eleva el riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual (ITS). Estas infecciones, que pueden ser causadas por bacterias, virus, hongos o parásitos, se transmiten a través de relaciones íntimas y muchas veces pueden pasar inadvertidas en sus etapas iniciales. Es importante saber que, si no se detectan ni tratan a tiempo, pueden evolucionar en enfermedades más graves. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los casos de ITS como gonorrea, sífilis y clamidia suelen aumentar durante esta temporada debido a la falta de prevención. Estas infecciones no solo pueden causar molestias inmediatas, como dolor o inflamación, sino también problemas más serios, como infertilidad, complicaciones en el embarazo o mayor vulnerabilidad al VIH. En el caso de las mujeres, infecciones como la clamidia pueden provocar enfermedad inflamatoria pélvica, mientras que en los hombres pueden afectar la próstata o los testículos. Para prevenir estas infecciones, es fundamental mantener relaciones sexuales seguras utilizando preservativos, hacerse chequeos médicos regulares y dialogar abiertamente con las parejas sobre salud sexual. En caso de sospechar de una ITS, los expertos recomiendan buscar atención médica de inmediato para recibir un diagnóstico y tratamiento adecuados. Además, es importante recordar que las reinfecciones son comunes, por lo que las parejas deben someterse a los tratamientos de forma simultánea para evitar nuevos contagios. Cuidarse y tomar decisiones responsables es la mejor forma de prevenir infecciones y proteger la salud reproductiva y el bienestar general. En definitiva, el verano está para disfrutarlo, pero hacerlo con conciencia es la mejor manera de aprovechar cada momento sin preocupaciones.
