Si bien debemos protegernos del sol en
cualquier época del año, las características propias del período estival hacen
que estemos más expuestos a los riesgos de los rayos ultravioletas (UV). Esto sucede
porque durante los meses veraniegos la radiación solar aumenta, pero además,
porque el verano invita a realizar más actividades al aire libre y a pasar más
horas bajo los rayos del sol, ya sea en la ciudad, en la playa o en el destino
turístico elegido para pasar las vacaciones.
Los peligros para la salud de la exposición
al sol sin protección son varios. El principal está relacionado al riesgo de
contraer cáncer de piel (melanoma), ya que la radiación ultravioleta daña el
ADN de las células cutáneas afectando el crecimiento celular normal. Pero
además, las radiaciones UV pueden producir lesiones inmediatas en la piel como
quemaduras o ampollas.
Asimismo, las radiaciones solares pueden
provocar daños graves en los ojos (como cataratas o lesiones en la retina) y
favorecer el envejecimiento prematuro de la piel (en forma de arrugas o
manchas). Por este motivo, y si bien se debe usar protector solar durante todo
el año, el verano es un momento en el que los cuidados frente a los rayos
solares deben intensificarse.
Los dermatólogos recomiendan utilizar protector solar todos los días, aplicando una cantidad generosa 20 minutos antes de la exposición al sol, sobre la piel limpia y seca. Además, es importante renovarlo cada 2 horas o después de mojarse. Otros recaudos incluyen:
- Evitar exponerse al sol entre las 10 y las 16 horas, cuando las radiaciones son mayores.
- Usar sombreros o gorras para proteger las orejas, los ojos, la frente, la nariz y el cuero cabelludo.
- Usar lentes de sol con protección certificada contra los rayos UVA y UVB.