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La densitometría ósea es un estudio médico esencial para evaluar la salud de los huesos, ya que permite detectar problemas como la osteoporosis mucho antes de que sus síntomas se hagan presentes. Se trata de un procedimiento rápido y no invasivo que mide la densidad mineral ósea, ayudando a los profesionales de la salud a valorar el riesgo de que el paciente padezca fracturas.

Por lo general, se recomienda que las mujeres mayores de 65 años se realicen una densitometría ósea de rutina cada dos años, incluso si no tienen factores de riesgo adicionales. Sin embargo, aquellas mujeres que tengan antecedentes familiares de osteoporosis, que hayan utilizado medicamentos como corticosteroides durante un tiempo prolongado, o quienes hayan padecido enfermedades que afecten la salud ósea, deben considerar hacerse el estudio antes de esa edad. En estos casos, es importante escuchar al profesional médico, que además podría sugerir que la prueba se repita con mayor frecuencia.

Es importante recalcar que este estudio tiene la capacidad de detectar la pérdida ósea de manera temprana, lo que permite tomar medidas preventivas antes de que se produzcan complicaciones graves. El diagnóstico precoz es fundamental para implementar tratamientos que fortalezcan los huesos y reduzcan el riesgo de fracturas, especialmente en las zonas más vulnerables, como la cadera, la columna vertebral y las muñecas.

La densitometría ósea es solicitada por médicos de atención primaria, ginecólogos, reumatólogos y endocrinólogos, ya que además de ser útil para evaluar el riesgo de fracturas, puede resultar clave para monitorear la efectividad de los tratamientos en personas con enfermedades óseas. Es por eso que la mejor manera de determinar si este estudio es necesario, es consultando con un profesional de la salud. De esta forma será posible prevenir complicaciones futuras y asegurar una mejor calidad de vida.