A menudo, la vorágine de la vida moderna nos hace pasar por alto cuidados tan simples como los hábitos posturales. Pero las molestias que surgen como consecuencia, como los dolores en el cuello o la espalda, terminan haciéndose sentir en el día a día, afectando significativamente nuestro bienestar. Y es que una buena postura no solo trae beneficios físicos, sino que además promueve el bienestar integral del cuerpo, impactando positivamente en la salud mental. Es por eso que aquellas actividades físicas que se centran en la postura pueden repercutir de modo favorable en la respiración, el manejo del estrés y brindar energía para llevar a cabo las actividades diarias de mejor manera. Una correcta postura permite ahorrar energía. Esto sucede porque los receptores sensoriales del cuerpo recopilan información sobre la postura y la transmiten al cerebro, permitiendo que este se adapte y mantenga el equilibrio adecuado. Pero cuando esta información se altera puede provocar síndromes posturales y afectar negativamente la salud, causando fatiga, dolores de cabeza, mareos y otros síntomas. Los entrenamientos enfocados en corregir la postura pueden ayudarnos a mejorar el bienestar emocional, ya que nos permiten realizar nuestras labores cotidianas sin molestias ni cansancio. Además, fortalecen la estructura ósea y muscular, promueven la circulación sanguínea y contribuyen a prevenir dolores y lesiones musculoesqueléticas. Actividades como el yoga, el pilates, el stretching y la natación fortalecen los músculos, mejoran la flexibilidad y promueven el alineamiento corporal, lo que contribuye a una postura adecuada y a una menor incidencia de dolores y molestias.